21 agosto, 2008

Mi vida es un chiste

Mañana partiré hacia rutas salvajes con Maggie y mi madre. Calculo que en un par de horas Las Chicas de Oro ya me habrán vuelto completamente loco. Estar con ellas es como meter la cabeza en una picadora, pero peor. Si no me tiro por el Gran Cañón, volveré a sentarme en el sofá azul y a hornear galletitas en septiembre.
Espero que cuidéis de Nosfe y que, de vez en cuando, os paséis por el sofá azul y le rasquéis la barbilla. Él se hace el duro y dice que no tiene corazón, que sólo tiene papel de periódico para hacer de relleno (algo de razón lleva), pero en el fondo es un sentimental...

WALL-E

Un largo silencio y una sonrisa bobalicona dentro de mi mochila
El sábado, después de salir de mi curro esotérico, quise despedirme de mi amiga agorafóbica. Quería decirle que me iba hacia rutas salvajes con Las Chicas de Oro y, sobre todo, quería decirle que no había dejado de pensar en sus manos enfundadas en los guantes de látex ni un segundo (haciendo caso omiso de los sabios consejos de mi primo australiano y revolcándome en el fango una vez más, claro).

No quiso abrirme la puerta pero nos estuvimos mirando un rato a través del cristal de su ventana. Sólo nos mirábamos, sin decir nada. Yo apoyé mi mano en el cristal y ella apoyó la suya sobre la mía (con el cristal en medio, claro). Fue hermoso. Luego frunció el ceño, pasó un paño por su lado del cristal y corrió la cortina. Eso fue todo. Fundido a verde manzana (el color de sus cortinas) y fin de la historia.

Al cabo de un rato comprendí que esa cortina ya no iba a descorrerse y me largué. Estaba de un melancólico y un triste que tiraba de espaldas así que, como siempre, me refugié en la fila 8 de un cine.

Un estupendo corto titulado “Presto” de ritmo frenético ya consiguió arrancarme la primera sonrisa y lo cierto es que la sonrisa bobalicona no desapareció de mi cara porque Wall-E es pura poesía, es una obra maestra que une una sutil belleza melancólica con un alarde técnico (las texturas están tan conseguidas que hay imágenes en las que lo infográfico parece imagen real) que se pone al servicio de una historia que, en mi absurda opinión, trascenderá a nuestros tiempos convirtiéndose en un clásico de un futuro remoto.

Los primeros 45 minutos de cine prácticamente mudo son de lo más hermoso que he visto en mucho tiempo. Homenajeando al Chaplin más lejano al Slapstick, al Chaplin melancólico de “Luces de la ciudad”, a un ser dulce y tierno que protagoniza gags salpicados de poesía y ternura.

Sinopsis va sinopsis viene: Wall-E es un robot que adora “Hello Dolly” y su existencia, dedicada a la limpieza de un planeta Tierra deshabitado y convertido en vertedero, da un vuelco con la aparición de una reluciente robot, llamada EVA, cuya misión es encontrar algún signo de vida en la Tierra.

Wall-E tiene el rol del enamorado torpe que tantas veces hemos visto en la gran pantalla. Sin embargo, aquí se riza el rizo al ser este enamorado un robot cuyos simplísimos rasgos parecen hacer imposible lograr tal nivel de expresividad. Pero, sin duda, la expresividad se consigue con un juego de sutiles movimientos a veces casi imperceptibles. Pixar apuesta esta vez de forma muy arriesgada por una fórmula desnuda de diálogos chispeantes y va más allá, depurando el humor. Wall-E se convierte así no sólo en una película de animación excepcional sino en una reflexión sobre la propia comicidad llena de guiños y homenajes al 7º Arte. A destacar, por ejemplo, los homenajes al cine mudo (las referencias a Chaplin y a Buster Keaton son claras) o al cine de ciencia ficción (“Allien” o “2001:Una odisea del espacio”) entre muchas otras.

Por otro lado, la historia se compone de ciertos objetos que enriquecen y dan color a un universo particular y único. Los elementos, todos desechos de un mundo que ya no existe, se cargan de significado y cobran un nuevo simbolismo al ser adoptados por unos seres “puros”, “inocentes”, que son incapaces de distinguir un tenedor de una cuchara pero capaces de sentir y de transmitir. Todos estos objetos de desecho van creando un hermoso universo en el que habitan dos seres extraordinarios que llevan hasta las más mágicas consecuencias las reflexiones de Asimov.

Tengo que acabar de meter mis trastos en la mochila para irme muy lejos, hacia rutas salvajes, durante unos días (que se me harán eternos, eso seguro). Por supuesto, me llevaré puesta una sonrisa bobalicona provocada por el recuerdo de esta bellísima película y del tacto del látex en mi mejilla.


Wall-E (2008)
Dirección: Andrew Stanton
Guión: Andrew Stanton

17 agosto, 2008

Panchitos y galletitas (XIV)

¡CUIDADÍN, LANZAMIENTO DE PISTAS A DISCRECIÓN!
Perdonen, señores, ¿les importaría ir a jugar a la petanca a otro sitio? Aquí vamos a jugar a adivinar la peli que se acurruca tras las pistas chorras.
Quien sea tan perspicaz como Miss Marple, se llevará el gato al agua. Perdona, Nosfe, quería decir que se llevará las galletitas recién hechas.
1- ¡Estoy harta de ser una burguesa aburrida! Cualquier día de estos me monto una doble vida.
2- ¡Mi marido es tan muermo! Si al menos me regalara de vez en cuando una cajita misteriosa o algo así... No sé, para darle un pelín de morbo a nuestra relación.
3- Galardonada con el León de oro del Festival de Venecia.

¡ENHORABUENA, TAKHISIS!

La peli que se acurrucaba hecha un ovillo tras las pistas era "BELLE DE JOUR" (1967) del gran Luis Buñuel.

08 agosto, 2008

Panchitos y galletitas (XIII)

¡CUIDADÍN, LANZAMIENTO DE PISTAS A DISCRECIÓN!
Eh, Señora, ¿le importaría bajar un pelín la cabeza? ¡Ese cardado no hay pista que lo atraviese!
1-Alguien se acurruca en el asiento de atrás del coche. Uy, está de morros, no tiene un buen día.
¡Enhorabuena, DIX!


La peli que se escondía acurrucada tras la única pista era la alucinante "EL VIAJE DE CHIHIRO" (2001) de Hayao Miyazaki.
Parece que tenemos a otro precog. ¡Tiff y Dix, no os metáis más en mi cabeza para adivinar la peli a la primera pista!

DIX, esta tarde tendrás galletitas recién horneadas. Nosfe y yo te esperaremos para merendolear. Ah, pienso ponerme papel de aluminio en la cabeza para que no me leas la mente, que lo sepas.

06 agosto, 2008

Mi vida es un chiste

Maggie me acaba de soltar, después de salir sonriente de la trastienda, que a finales de agosto me voy al Gran Cañón con ella y mi madre. (Ellas son así, quedan para sus meditaciones y sesiones esotéricas y, de paso, deciden sobre mi vida).
Luego ha añadido en tono jocoso: "En plan Thelma & Louise, ¿eh?" y no sé por qué me ha venido a la cabeza tirarme por el Gran Cañón.

04 agosto, 2008

DEJAD DE QUERERME



Mi primo australiano y yo (soñando que soy otro)

Una visita masculina ha trastocado mi mundo últimamente. Resulta que un primo, al que nunca había visto antes, ha pasado un par de días en casa con mi madre (y el resto de Las Chicas de oro de las que es imposible escapar) y conmigo. La verdad, han sido 2 días estupendos. De los más felices que recuerdo… Eso de tener compañía masculina en casa (a parte de Nosfe, claro) ha sido toda una experiencia.

Mi primo es un tío alto y guapo que tiene un éxito con las mujeres que tira de espaldas. ¡Jo, es la leche! Sólo viendo cómo anda, ya sabes que es un tipo que se puede comer el mundo, que puede hacer lo que le dé la gana. No sé muy bien a qué se dedica, sólo sé que ahora está viajando por el mundo y que ha decidido pasar a vernos en una de sus paraditas por Europa. No hemos estado mucho tiempo juntos porque Las Chicas de oro le han tenido bastante monopolizado, pero los momentos en que he podido disfrutar de su compañía han sido geniales. ¡Jo, lo de tener conversaciones de hombres es alucinante! Me ha dado muchos consejos sobre cómo ligar y me ha dicho que me olvide de mi amiga agorafóbica. Dice que cuanto más le vaya yo al detrás, menos interés tendrá ella en mí (ya llevo un día y medio sin llamarla). Incluso me ha enseñado algunos truquillos sobre cómo hablar con las chicas. Espero poder ponerlos en práctica algún año de estos (este verano con Maggie y mi madre flanqueándome dudo que se me acerque ninguna chica).

El caso es que esta mañana en “Enigma” (la tienda esotérica en la que curro) me he sorprendido a mí mismo fantaseando con la idea de ser un tipo interesante y carismático, como mi primo australiano. Sí, la verdad es que cambiar de vida, romper con todo y convertirme en otra persona sería la leche. La fantasía ha llegado a su fin bruscamente cuando he visto en el espejo a un tipo desgarbado y con acné enfundado en una estúpida bata de color naranja.

Supongo que fue eso lo que me gustó de “Dejad de quererme”; un tipo que se cansa de su vida y quiere romper con todo.

Sinopsis va sinopsis viene: Un publicista cuarentón un buen día decide romper con su idílica vida (un buen curro y una familia perfecta incluidos en el pack) que, de pronto, le parece vacía y absurda.


El problema principal de este film es que me interesaba mucho más el conflicto de un tipo que se harta de su vida, que se aburre y decide dejarlo todo que el conflicto real que se desenmascara en el desenlace. Así que cuando se produce el giro hacia otros lares me siento engañado. Para mí la película se desinfla y la tensión dramática da un bajón.

El arranque del film es estupendo. La secuencia inicial (el protagonista manda a la mierda con mucha gracia y con un pareado a un cliente insoportable) es muy buena y yo me engancho de inmediato y empatizo con este tipo, Antoine (interpretado por un muy creíble Albert Dupontel, al que recordaba de “Odette”), que parece atreverse a decir lo que el resto no se atreve, que parece ser el único cuerdo en un mundo demasiado absurdo.


Tras librarse de sus ataduras laborales, sigue la ruptura familiar que tiene como colofón una estupenda secuencia; la cena con los amigos para celebrar su cumpleaños. Ésta es probablemente la secuencia más memorable del film en la que, con unos diálogos cargados de mala leche, Antoine se despacha a gusto con sus amistades y no deja títere con cabezón. Sin embargo, dado que me he criado junto a Las Chicas de oro no puedo evitar tener una especie de radar para detectar el tufillo machista y en este film hay cierto tufillo de ése. En la secuencia de la cena de cumpleaños las críticas a sus amigos masculinos se centran en lo laboral mientras que las críticas hacia las amigas son de carácter personal e incluso hay una secuencia en la bodega de la casa que me parece gratuita y poco afortunada. Creo que se podría haber conseguido el mismo efecto de tensión creciente sin tener que recurrir a un estereotipo tan manido. No sé, tampoco creo que un cineasta deba limitar su creación para ser políticamente correcto ni nada parecido, es sólo que hay ciertos estereotipos y lugares comunes que me parecen rancios y gratuitos y que creo que hay que detectarlos y masticarlos antes de engullirlos.


En “Conversaciones con mi jardinero”, film que me pareció más redondo y en el que creo que Jean Becker se desenvolvía con mayor soltura, también había ciertas pinceladas machistas (como la joven desnuda que aparece casi como un elemento decorativo en el jardín). Sin duda, Becker refleja bien las crisis masculinas pero, a su vez, deja relegado el universo femenino a algo estereotipado, vacío e incluso meramente decorativo.



Resumiendo: Éste es un film notable en su conjunto con buenos diálogos (corrosivos y a la vez naturales, suenan creíbles) y un estupendo protagonista (muy bien interpretado por Dupontel), pero el hecho de que se divida en dos partes tan claramente diferenciadas y el hecho de que el conflicto de arranque se acabe transformando en algo, en mi absurda opinión, mucho menos interesante y más tópico le restan potencia al film que arranca muy bien pero pierde fuerza en la segunda parte.

Además, a mí este tipo de films con un guión de sorpresa final no me entusiasman, la verdad. Me pregunto si no habría sido mejor que el espectador supiera desde el principio lo que realmente le pasa al protagonista, creo que la tensión dramática habría sido mayor y el personaje habría tenido más fuerza, más profundidad ya que para mí se deshincha cuando te das cuenta de que todo era un engaño, que la peli no va de lo que creías.



Todo queda perfectamente hilvanado al final, todo encaja, pero yo me quedo desinflado, con cierta decepción, porque el conflicto real es de menor intensidad (mucha carga dramática pero también muy tópico, todo hay que decirlo) que el de arranque (poco tratado y con el que yo me identifico hasta el infinito y más allá).

No sé, quizás lo que me pasa es que me siento vacío porque mi primo australiano ya se ha ido y ahora vuelvo a estar solo ante el peligro. Supongo que ha sido bonito mientras ha durado, aunque ahora sólo puedo sentirme de una forma: desinflado.

“Dejad de quererme” (2008)
Dirección: Jean Becker
Guión: Eric Assous, François D’Epenoux y Jean Becker

01 agosto, 2008

Panchitos y galletitas (XII)

¡Cuidadín, lanzamiento de pistas a discreción!
Por favor, señor, no intercepte las pistas con su barriga. Venga, hombre, apártese...
1-Su padre es el conserje del instituto.
2-La primera cita con una chica no sale del todo bien. Él no está por la labor, tiene la cabeza llena de pájaros.
3-Una estupenda banda sonora hecha por un tipo inglés.
4-Un amigo con apellido italiano. (Por cierto, el actor que interpreta a este amigo ahora se ha puesto una ardilla muerta en la cabeza. No lleva bien lo de quedarse calvo).
¡ENHORABUENA, ANA!
La peli que se escondía acurrucada tras las pistas chorras era BIRDY (1984)
de Alan Parker.
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