29 octubre, 2009

Las preguntillas de Nosfe (EPD)

Nosfe (EPD) dice que hoy se siente como nuevo. Recauchutado, eso ha dicho exactamente. No sé, yo le veo igual que siempre, disecadísimo.
El caso es que Nosfe y yo somos muy admiradores del imaginario del arrollador Terry Gilliam y como Nosfe es tan cotilla y además hoy se siente casi vivo pues quiere saber qué te ha parecido la última peli de Gilliam.

Ya puesto, también quiere preguntarte cuál es tu película favorita del amigo Gilliam y si te partió el corazón que dejara los Monty Python.

En fin, ya sabes que no tienes por qué contestar a Nosfe pero piensa que el pobre, además de estar disecado, se pasa el día solo en un sofá azul en un rincón del puñetero No Mundo. ¿Es que no tienes corazón? Anda, siéntate un rato con el pobre animalico (bueno, con sus restos) y cuéntale al oído qué opinas de "El imaginario del Doctor Parnassus" y de la filmografía del desbordante Terry Gilliam.

23 octubre, 2009

Panchitos y galletitas (XLVII)

A ver quién es tan perspicaz (a la par que elegante, ¡no le falta detalle!) como Miss Marple y adivina la película que se esconde tras las pistillas chorras.
¡¡LANZAMIENTO DE PISTAS A DISCRECIÓN!!
¡Eh, señora, baje ese moño cardado! ¡No hay pista que supere ese placaje!

PISTAS:
1- Un flechazo bajo un techo altísimo.
2- Un viaje muy revelador.
3- Ese viaje en cuestión es de luna de miel.
4- Una cena con trampa.
5- A Lacan le fascinó este film.

¡ENHORABUENA, PRECOG CLARITA!



Sí, la película que se escondía, hecha un ovillito, tras las pistillas era "EL" (1952) del grandísimo LUIS BUÑUEL.


PRECOG CLARITA: Esta noche Nosfe y yo te esperamos en el sofá azul con galletitas recién horneadas y con nuestros respectivos cachirulos. Ah, por si fuera poco, el ambiente estará aderezado con unas joticas en tu honor y en el de D. Luis Buñuel. ¡Qué menos!

20 octubre, 2009

FROZEN RIVER ("spoiler", cómo no)



Realismo sucio, claqué sobre hielo y un gran agujero
Sabía que acabaría contando por qué ando cabizbajo últimamente. Soy lamentable. En fin, ahí va. Cuando a finales de julio volví de interrail fui casi de inmediato a ver “UP” y me emocioné como un imbécil con ese arranque que me pilló desprevenido y pelín sensible, eso también. Sin embargo, ahora veo la vida de un modo muy alejado a ese vitalismo que desprende “UP”. Creo que lo veo todo a través de un cristal sucio y agrietado, a punto de romperse. Ahora miro desde un  lugar cercano a la crudeza de “FROZEN RIVER” pues supongo que, en poco tiempo, todo ha cambiado para mí y ahora me encuentro hundido en el fango, en esa nieve embarrada y oscura que pisa la protagonista del film cada vez que sale de su casa. No levanto cabeza, vamos.
Quizá ya lo habréis deducido por mis lánguidas palabras, se trata de una chica. Sí, este verano conocí a una chica maravillosa que se fijó en mí (¡y no en mi amigo el guaperas! Increíble, pero cierto) cuando íbamos en tren hacia París desde el norte de Francia. Entró en nuestro vagón y se sentó justo enfrente de nosotros. Nada más verla, porque yo soy así de patético, me enamoré. Su pelo rubio y corto y sus ojos enormes me dejaron más inmóvil que Nosfe. Desde aquel día, no puedo quitármela de la cabeza. Está siempre ahí, paseando de un lado para otro. Se parece mucho a Jean Seberg y, desde luego, ella potencia el parecido. Un día quedamos para pasear por los Campos Elíseos y se presentó con una camiseta del “New York Herald Tribune”. Lástima que yo sea tan desgarbado y no tenga el porte de Jean-Paul Belmondo. Ni os imagináis lo guapísima que estaba. Esos cuatro días en París han sido los más alucinantes de mi vida, en serio. Por cierto, se hace llamar Ant, aunque en realidad su nombre es Marie Antoinette (cosas de su madre, que también es “especial” como la mía). Ella odia ese nombre (comprensible, ¿no?) y prefiere que la llamen Ant. Así, sólo “Ant”. Perdón por la cursilería, pero es la hormiguita más hermosa del mundo ¡y se fijó en mí! La verdad es que hacíamos una pareja horrible porque yo soy muy alto, demasiado, y ella muy bajita, perfecta, pero nunca he sido tan estúpidamente feliz como paseando por París con ella.
En fin, después de este rollo romántico-pastelero (me avergüenzo de mí mismo, más de lo habitual), os podéis imaginar que llega el bofetón (así es mi vida) y uno de esos que te dan de lleno, nada de pillarte de refilón. Pues ahí va: ahora no me escribe ni me llama (no quiso darme su teléfono ni su e-mail, dijo que ella quería tener el control). Hace más de dos meses que no sé nada de Ant y, claro, quiero morirme y me siento tan rebozado en el fango y a punto de ahogarme como la protagonista de la estupenda “Frozen River”.

Sinopsis va sinopsis viene: Frozen River es la historia de Ray Eddy y Lila Littlewof. La primera está a punto de comprar la casa de sus sueños para su familia (se trata de una casa prefabricada que vale 5.000 dólares), pero su marido (ludópata) se larga con la pasta y la deja tirada con los dos críos.

Durante la búsqueda de su marido, conoce a Lila Littlewolf, una joven india mohawk que le propone introducir inmigrantes ilegales a través del helado río Saint Lawrence para conseguir dinero rápido.

Ray aceptará y conducirá el coche, pues las patrullas no paran a las mujeres blancas, y las dos compartirán las ganancias. Al principio, la capa de hielo es gruesa y la cosa no parece muy difícil pero, al tiempo que la capa de hielo se va haciendo más fina, todo se irá complicando.


El espacio como metáfora – La delgada línea de hielo
La reserva Mohawk se encuentra entre Canadá y Estados Unidos. El río Saint Lawrence es una frontera natural entre ambos países y durante los meses invernales se cubre con una gruesa capa de hielo. Esta frontera natural funciona, así mismo, como elemento simbólico pues la protagonista cruzará un límite, no sólo físico sino moral, al involucrarse en algo ilegal. Así mismo, también funciona como metáfora de la situación en la que se encuentran los dos personajes principales, es decir, en la cuerda floja, a punto de ahogarse. Ambas están bailando claqué sobre una fina capa de hielo, por decirlo de algún modo. Lo que las separa de hundirse es tan fino como una capa de hielo que está a punto de romperse.

El uso de los planos generales del río helado, de ese entorno nevado y oscuro (oscurece en seguida), servirá de contrapunto a los primeros planos de las dos mujeres. Se reafirma así visualmente la idea de dos seres luchando contra los elementos, contra un todo hostil, y se hace de un modo que yo calificaría de poético.

Dos mujeres desarraigadas
En noventa minutos "Frozen River" nos plasma una cruda historia de soledad, inmigración ilegal, precariedad económica, reservas indias, racismo y, por encima de todo, nos muestra una lucha por sobrevivir, por salir adelante y no ahogarse.


Courtney Hunt nos enseña en unos minutos casi todas las cartas y nos sumerge de lleno en la historia. Como a mí me gusta, sin preámbulos ni antipasti:
Ray, madre de dos hijos, sin apenas recursos para afrontar sus necesidades básicas (recordemos esas cenas de “Tang” y palomitas para los niños), se ve cada vez más ahogada por las deudas y amenazas de embargo. Lila, madre soltera y oveja negra de su comunidad, vive en una roulotte y desea recuperar a su bebé que esta con su suegra (no tenemos más datos al respecto, lo cual no me molesta pues me puedo imaginar el cuadro completo con estas cuatro pinceladas).

Una de las cosas que más me gustan del film es la ausencia de maquillaje, lo rápidamente que se va al grano y se destapa el pastel sin necesidad de artificios formales ni estructuras enrevesadas. Tras pocas concesiones a títulos de créditos, vemos a una mujer enfundada en una bata raída, con el rimel corrido, la cara arrugada, y el esmalte de las uñas hecho un asco. Esa es la prota, una antiheroína, una mujer fracasada (dentro de lo que sería el sueño americano), al borde del abismo, con la piel manchada y tatuada, fumadora empedernida, que tiene que buscar la forma de sacar adelante a sus hijos. Esta mujer que encarna la perversión del sueño americano, este ejemplo de American Trash, nos llevará de la mano por una historia sobria y fría en la que no se cae en el merengón sino que se mantiene, y es digno de alabanza, una contención muy nipona. Una historia dura y sucia sobre la que planea algo que podríamos llamar "la bondad con el ahorcado" (luego vuelvo a esto, que es una chorrada que se me acaba de ocurrir).

Cabe destacar que ninguna de las dos está integrada en su mundo. Lila es la oveja negra de la reserva y Ray es basura blanca americana, sin un trabajo decente (un tipo al que le dobla la edad le dice que no puede darle jornada completa porque no se implica en el trabajo, es decir, no encaja, no sirve). Esas dos mujeres sin un lugar en sus mundos tienen la carencia de un hogar de verdad. Ambas viven de un modo lamentable en lugares que apenas pueden llamarse casa y aún menos hogar.


Casas con agujeros afectivos
“Aquel día, temprano, el tiempo cambió y la nieve se deshizo y se volvió agua sucia”

Mecánica popular, Raymond Carver

El agua sucia es lo que encuentra Ray cada vez que sale de su casa de juguete. La belleza poética de un entorno nevado se convierte en fango delante de su casa. Y todo cobra un tinte aún más deprimente si echamos un vistazo a esa noria, hecha con neumáticos y otros desechos, que su hijo mayor se afana en arreglar. Todos los elementos funcionan como metáfora de lo que Ray es en la sociedad y de la situación en la que se encuentra. Ella y su familia son el paradigma de desechos de la sociedad (the dregs of society).

El agujero que hay en la familia, el vacío creado por ese marido-padre ludópata que desaparece en Navidad, se materializa en un agujero real que intoxica el aire (metafórico de la leche) y hace definitivamente inhabitable la casa en la que subsistían. Esta familia tiene además un gran agujero afectivo del que no se nos dan detalles. No hace falta ser un lince para percibir la extraña relación entre madre e hijo, esa frialdad y ausencia de muestras de cariño.

Y ya que me he puesto con este tema, destacaré también que la roulotte de Lila tiene, a su vez, un agujero (el del balazo) y, claro, ella tiene un agujero afectivo que tira de espaldas. Como he comentado antes, no tenemos detalles de por qué le quitaron a su bebé pero está claro que ella siente un gran vacío por estar privada de su hijo.

American Trash y la sociedad post 11 S

La familia que se nos muestra en este film vive en una casa de hojalata y sueña con una casa prefabricada pero lo que realmente les hunde (lo que les hace sentir que ya no pueden caer más bajo) es estar  a punto de perder la televisión gigante. En esa casa no hay libros, apenas hay nada, sólo una gran televisión que es la que nutre a esa familia y la nutre con el miedo al otro, con la cultura del terror implantada más que nunca tras los atentados del 11-S. La protagonista no sabe dónde está Pakistán pero sí sabe cómo es la apariencia del enemigo, del Otro al que hay que temer.


Una cierta misericordia, la bondad con el ahorcado
La reacción del policía en el desenlace del film o la secuencia en que el hijo mayor pide perdón a la señora a la que estafó nos muestran una cierta visión misericordiosa. Sin embargo, ese aparente final feliz, compasivo, no deja de ser asfixiante si pensamos en lo que le espera a la protagonista.

Para la protagonista no hay forma de salir del agujero y cuando a uno están a punto de ahorcarle, la bondad puede aparecer en los otros pues ya no somos una amenaza. Nuestra suerte ya está echada.
Así mismo, la bondad se refleja a nivel superior, ese niño que no muere intoxicado, ese bebé dentro de una bolsa de deporte que sobrevive. "Dios aprieta pero no ahoga", dicen, o quizás es que resulta más divertido ver a un pez luchando por sobrevivir fuera del agua que verlo muerto.

La bondad también se refleja en Ray y Lila de forma evidente pero, y creo que es una gran virtud del film, sin caer en lo lacrimógeno.
De algún modo, esa casa prefabricada que finalmente llega y esa noria en la que juegan los niños componen un final feliz lleno de tristeza, de vacío, de agua sucia. La protagonista empezará una nueva vida en la que parece haberse tapado el agujero, pero en la que todo pinta realmente mal para una mujer sola, sin trabajo y además ex convicta.


En resumen: La película tiene ciertos defectos como la excesiva previsibilidad o la falta de cierre de algunos detalles pero es, en general, una propuesta sólida e interesante. En mi absurda opinión, hay que destacar la interpretación de Melissa Leo y, sobre todo, la sobriedad y la contención en un panorama cinematográfico atestado de merengues y nubes aromáticas.

No pienso cerrar esta reflexión tontorrona enlazando con mi patética vida porque está más que claro que yo me estoy hundiendo en ese puñetero Río Saint Lawrence, he dicho.
Frozen River (2008)
Dirección: Courtney Hunt
Guión: Courtney Hunt

07 octubre, 2009

Panchitos y galletitas (XLVI)

A ver quién es el precog que emula a nuestra querida Miss Marple (y a su cardado) en perspicacia y elegancia sin igual y pone esta cara al adivinar la peli que se esconde tras las pistillas chorras.
¡LANZAMIENTO DE PISTAS A DISCRECIÓN!
¡Eh, señor, meta barriga que no hay pista que supere ese placaje!
PISTAS:
1. Estoy rodeado de mujeres preciosas.
2- Todas se acercan mucho a mí.
3- Un código.
4- Estoy en uno de esos momentos en que te da por reflexionar.
5-  Algunas veces me canso del maldito código.
6- Echo de menos acariciar las cabecitas de mis hijos. Supongo que parece una tontería.
7- Una vez le cedí mi asiento en el avión a un tipo. Muchas veces me acuerdo de él, de lo que le pasó.

¡ENHORABUENA, SEÑOR X!



Sí, la peli que se escondía tras las pistillas era "La escafandra y la mariposa" (2007), dirigida por Julian Schnable.

Precog Señor X: Nosfe (EPD) y yo te esperamos en el sofá azul con unas galletitas recién horneadas y una velita en tu rincón del altar de los precogs. No tardes, el pobre Nosfe no lleva bien lo de trasnochar (la taxidermia lo dejó pelín tocado).

02 octubre, 2009

ANTICRISTO ("spoiler" total)


El tenebroso bosque de la mente, unos zapatitos del revés y cristales rotos

Últimamente ando cabizbajo y busco la soledad en cualquier rincón. No os voy a contar qué me pasa, aunque soy tan patético que seguro que acabo haciéndolo, pero sí os diré que, cuando me miro en el espejo, veo a un tipo al que sólo me apetece darle un puñetazo. En cierto modo, eso es "Anticristo", un puñetazo contra el cristal que nos refleja y ya se sabe que uno siempre acaba cortándose cuando intenta recoger los cristales rotos del suelo del baño.

Sinopsis va sinopsis viene: Un niño se arroja por la ventana de su casa mientras sus padres (sin nombre, llamémosles: él y ella) hacen el amor. De este poderoso prólogo (en blanco y negro con movimiento ralentizado y con Häendel de fondo y que finaliza con el tambor de una lavadora que se para, es decir, la vida se detiene) parte una historia que se irá tornando cada vez más y más oscura desde que el padre del niño muerto, psicoterapeuta para más datos, decide enfrentar a su mujer con sus miedos para rescatarla del agujero de dolor en el que se ha sumergido. El escenario que eligen para la curación es una cabaña en el bosque, llamada Edén, donde la mujer trabajó un año antes en una tesis sobre el asesinato de mujeres acusadas de brujas y la naturaleza diabólica de lo femenino.Sólo con la sinopsis ya queda claro que este es un film pelín controvertido. Sin embargo, es sobre todo un film poderoso tanto en el relato como en la puesta en escena (las imágenes deformadas, los estados de alucinación y el ruido se manejan con talento), pero el amigo Von Trier requiere un esfuerzo, y más que nunca en esta ocasión, por parte del espectador. Este film se mueve en lo simbólico y, por ello, requiere que el espectador esté dispuesto a interpretar y reinterpretar todo lo que ve y a dejarse llevar por un film muy sensorial, doloroso si uno decide poner de su parte y meterse en el relato y, probablemente, aberrante si uno decide no hacerlo. Von Trier, majete como pocos, nos invita a un descenso a los infiernos de la inquietante mano de una grandiosa Charlotte Gainsbourg (que se merece un monumento) y de un muy inspirado Willem Dafoe.

El film se inicia con un retrato del dolor ante lo espantoso, ante lo insoportable, es decir, parte de la premisa de que nos va a contar el desconsuelo, principalmente, de una madre ante la muerte de su hijo y parecemos asistir a las fases de duelo. Sin embargo, Von Trier se guarda en el bolsillo una serie de datos siniestros que no nos revelará en toda su profundidad hasta la llegada a Edén, la cabaña en el bosque. Si bien es cierto que desde el principio se nos dan pistas sobre EL VERANO ANTERIOR, nadie puede imaginar que la historia tomará un tono tan oscuro. Sin embargo, como explicaré más adelante, pues esto es sólo un antipasti, creo que Von Trier hace esto de forma intencionada para unir (en este caso, desmembrar) contenido y forma pues será en Edén y no antes donde lo simbólico, el inconsciente, pase a primer plano y vertebre la historia. Es decir, Edén será la clave y allí las reglas del juego serán otras. Lo cierto es que esta huida de las pautas de la narración convencional es uno de los aspectos que más atractivos me parecen de ANTICRISTO pues el espectador sentirá que, de repente, la historia se pervierte y muta en algo no esperado y todo se torna mucho más retorcido y tenebroso.

La cabaña Edén o el hundimiento de la casa Usher

Edén y el bosque que la rodea es un lugar en el que lo simbólico y lo onírico-alucinatorio pasan a primer plano. En Edén la naturaleza se altera, está enferma, se retuerce y funciona como metáfora de esa mente oscura en la que Von Trier nos invita a entrar, sin dejar de sonreírnos con esa maldad tan nórdica (los nórdicos son muy suyos).
El espacio como metáfora

La inquietante niebla que cubre los alrededores de Edén, ese puente cargado de simbología del que ya no hay retorno, los fantasmas del propio terapeuta, su sentimiento de culpa, que se muestra en esas imágenes en que la naturaleza bucólica se pervierte y se vuelve aberrante, todo forma parte de una atmósfera enfermiza, de un lugar donde el mal se extiende como también pasaba en el Hotel Overlook de “El Resplandor”.

En Edén, la naturaleza es agresiva, todo es hostil, como las bellotas que caen incesantes sobre el tejado (recordad la mano de Dafoe). Todo es desasosegante, maléfico, nada es inocente ni gratuito en Edén porque en Edén todo son símbolos.

Por supuesto, la cabaña se hundirá, al igual que lo hiciera la casa Usher, engullendo a la pareja hacia las tinieblas. Una expulsión del Edén aplastante.

El encuentro con uno mismo


El jardín del Edén, un lugar que no podría ser más idílico, se torna pesadilla porque cuando nos aislamos, y nos encontramos con nosotros mismos, todo se retuerce y se vuelve tenebroso, quizás así sea nuestra esencia. A lo mejor por eso vivimos apiñados, para no dejar sitio a nuestros fantasmas. Sin embargo, la pareja sin nombre decide aislarse e ir en busca de sus miedos más ocultos.

Al igual que en la fascinante “El Resplandor”, el aislamiento dará paso al mal, a aquello que debe permanecer oculto. Os lo tengo dicho, ¡nada de abrir trampillas en el techo ni mirar debajo de la alfombra del salón!

Lo “unheimlich”, que dirían Schelling y Freud.

Aparece de nuevo el concepto, acuñado por Schelling, de “unheimlich” como algo que se manifiesta cuando debería estar oculto y que muestra la otra cara de lo familiar, de lo amable. Así, las vivencias se vuelven siniestras, inquietantes, sobrecogedoras. Más tarde Freud también escribiría sobre el concepto de "lo extraño inquietante", también traducido al castellano por "lo siniestro".

Este es un tema que me parece apasionante porque uno no debe irse muy lejos para encontrar lo terrorífico, lo más siniestro siempre está muy pero que muy cerca y la familia, desde luego, es un saco sin fondo.

En lo extraño inquietante, el juego dialéctico de lo familiar y de lo extraño, por el hecho de que está concentrado en el mismo objeto (familiar y extraño a la vez, escondido y desocultado), se complica extraordinariamente. Lo paradójico consiste en que la fuente de pavor no es lo extraño en su oposición inmediata a lo familiar, sino que lo que antes era familiar, emerge bajo un aspecto amenazante, peligroso, siniestro y que, a su vez, refiere algo conocido desde siempre que ha estado oculto, en la sombra. Cabe mencionar aquí esa foto que el marido encuentra la primera noche en la cabaña. Una foto en la que la mujer aparece en primer término y el niño de fondo. El rostro de ella tiene algo extraño, una expresión turbia, distante y el niño parece estar lejos de ella, apartado.

Me interesa mucho la lectura de lo familiar como foco de lo terrorífico. Lo espantoso, como os he dicho, se esconde bajo la alfombra de la sala de estar, ¿habéis mirado alguna vez debajo de la alfombra? Pues no lo hagáis. Sin embargo, aunque es muy recurrente en el cine y la literatura, debo advertir que siempre me fijo (fijación) en este tema porque mi mirada está pervertida, no es limpia, la de nadie lo es. Yo interpreto según mis experiencias e intereses y desde ahí entiendo el mundo y por eso, quizás, la interpretación de alguien sobre algo, en este caso un film, puede llegar a alterar el propio objeto analizado. Es decir, yo soy mi punto de vista y desde ahí pervierto lo que veo y desde ahí interpreto ya sea el mundo o una película e interrelaciono los conceptos con mis recursos. Así pues, seguramente este film plantea muchas otras interpretaciones y abre muchas puertas que a mí me resultan inaccesibles debido a mi falta de recursos y al filtro de mi mirada.

El año pasado en Marienbad, perdón, en Edén

Como os comentaba, Trier nos avanza mediante diálogos que algo ocurrió el año anterior cuando ella estuvo sola en Edén con el niño, pero hasta el momento en que Willem Dafoe abre la trampilla en el techo (clara metáfora del inconsciente) de la cabaña no descubriremos lo que ella esconde, su “yo” oscuro que aflora en la soledad de una idílica cabaña en las montañas.

De repente, el espectador arma en su cabeza una idea aterradora de ese verano anterior del que sólo tenemos algunas polaroids sucias, oscurecidas. Un verano que percibimos como terrorífico para un niño aislado con una mujer que se encierra a trabajar en su tesis sobre el ginocidio y que se pierde en sus profundidades.

El personaje de ella es el que está más hundido en el agujero, en su propio agujero, y lo que más le aterroriza es que la dejen sola allí y, por ello, impide a su hijo huir de ella (le pone los zapatos al revés lo cual le producirá una lesión en los pies) y le atraviesa a su marido la pierna con un hierro y fija, con una tuerca, una gran piedra de afilar en uno de los extremos. Me parece brillante la imagen del niño con los zapatos del revés pues, aunque es una imagen muy sutil - hay que fijarse para darse cuenta-, es algo que uno percibe como doloroso pues quien debería enseñarle a andar le impide andar. Lo del marido es menos sutil, claro, pero refuerza el miedo de ella al abandono.

Volviendo a la trampilla en el techo –nunca hay nada bueno detrás de una trampilla, os lo tengo dicho-, él hallará en ese altillo OCULTO las notas para la tesis y varias ilustraciones de brujas torturadas o quemadas (nada es gratuito, por cierto).El hecho de descubrir que ella trabajaba en ese lugar oculto viene a añadir más ingredientes siniestros a la idea, ya de por si pavorosa, que nos habíamos hecho del verano anterior. Sin embargo, todo va in crescendo y cuando Dafoe echa un vistazo al cuaderno de notas sobre la tesis descubre algo sobrecogedor.

La escritura es algo que hacemos como seres sociales. Si fuéramos enfants sauvages, no sometidos a una socialización, nunca habríamos aprendido a hablar y mucho menos a escribir. Así pues, la pérdida de la capacidad de escribir denota esa desconexión con lo social, con lo establecido (y con la propia legitimación o interiorización de lo establecido), con el mundo de lo consciente y abre la puerta a un submundo interior mucho más profundo y que escapa a la socialización, a las normas. Un lugar retorcido y oculto en el que se esconde lo esencial, lo aterrador del ser humano (recordemos que si Edén funciona como metáfora, llegar allí ha sido duro y el ruido mundano queda infinitamente lejos, no hay ninguna conexión con la civilización, con lo social). Ese “yo” oculto, ese inconsciente aterrador aparece, sale a la luz en el descenso a los infiernos y, al igual que Jack Torrance en “El Resplandor” se encerraba para escribir y acababa mostrando su desconexión con el mundo a través de su escrito repetitivo, la protagonista de este film acaba garabateando en su libreta de notas. Se ve la evolución desde una caligrafía perfecta hasta unos garabatos ininteligibles, delirantes, de alguien que ha desconectado totalmente con la realidad. Así pues, la escritura refleja nuestro “yo” racional, social (artificial en gran medida) y la pérdida de esta conexión con la realidad muestra, a su vez, la incapacidad de vertebrar el pensamiento de forma escrita porque seguramente es un pensamiento demasiado ininteligible para ser transcrito. Por ello, quizás, el guión busca cierta desunificación, no sólo en su estructura en capítulos sino en la intencionada ruptura con una sensación de unidad durante todo el film. Observemos que incluso las texturas cambian. Estéticamente también se huye de la unidad, pues éste es un film que se adentra en lo más oscuro de la mente, en el inconsciente y, por ello, la forma intenta retorcerse y desmembrarse como el contenido.

Así mismo, sólo lo primario tendrá cabida en la protagonista y el sexo será una constante a la que agarrarse cuando incluso su forma de hablar mute en un berreo histérico, en una repetición del mismo insulto.

Al igual que en “El Resplandor” Wendy veía hacia el final del film a uno de los fantasmas del Overlook, este film también termina con Dafoe invadido por los fantasmas. Uno no puede descender a los infiernos y salir indemne, uno sale lisiado tanto física como psíquicamente y eso, desde luego, se refleja con detalle. Así mismo, se hace patente una idea muy recurrente en la filmografía de Trier: el mal como virus.

Por último, me gustaría destacar la gran dosis de auto-destrucción que hay en el personaje de ella. Se cuestiona la feminidad a la vez que la encarna de una forma desatada. Así pues, mantiene una lucha interna, hasta que le pone fin con una automutilación. De este modo, destruirá lo único que aliviaba su dolor, su culpa, su mal.

Conclusiones desmembradas

El film se compone de tres capítulos encadenados a modo de vía crucis que marcan un descenso a los infiernos, de la pareja protagonista, ya anunciado a través de la caída de las tres figuras (que marcarán cada capítulo) en el prólogo. Al final, el epílogo nos devolverá la textura del prólogo pero para cuando el espectador llega al epílogo se encuentra tan lisiado como el propio protagonista.

Al igual que me pasara con la brillante “La pianista” de mi admirado Hanneke, son las secuencias más truculentas las que menos me impactan. Recuerdo el revuelo que se armó con la secuencia de la pianista en que se autolesiona y a mí lo que me dejó conmocionado fue la secuencia en la cama con su madre. Con “Anticristo” me ocurre lo mismo, la sangre y las lesiones son lo que menos me afecta y lo que me parece menos destacable, aunque sí creo que tienen lugar dentro de este relato y no me parecen gratuitas. Sin embargo, no me parece que lo sobrecogedor del film resida en ellas y me sorprende el abucheo que tuvo en Cannes este film puesto que creo que se trata de una propuesta sólida (en absoluto delirante o gratuita), absorbente y poderosa. No es, en mi absurda opinión, el mejor film de Von Trier pero, desde luego, no es cine vacío sino todo lo contrario. En “Anticristo” se esconden tantas lecturas como cristales rotos en el suelo del baño.

"Antichrist" (2009)
Dirección: Lars von Trier
Guión: Lars von Trier y Anders Thomas Jensen

Related Posts with Thumbnails