
UN GATO DISECADO Y BASTANTE TOFU
Cuando tenía 5 años mi padre se piró de casa. Fue un viernes por la tarde. Me dio un beso en la frente y me guiñó un ojo. Por aquel entonces yo no sabía que aquel iba a ser el último beso en la frente que me iba a dar mi padre, claro. El caso es que una semana después de la huída de mi padre, mi gato Nosferatu estiró la pata. Mi madre intentó por todos los medio desengancharme del cadáver de Nosfe, pero no había forma. Así que la pobre mujer (ex niña prodigio y pelín tocada de la cabeza, todo hay que decirlo) optó por disecarlo para que yo pudiera tenerlo conmigo como un peluche (lo sé, da pelín de grima). Sí, Nosfe es el gato que está al lado del sofá azul. Así que no os preocupéis, es muy improbable que os arañe. Ahora, como ya soy un chaval mayor, le llamo “gato”, para hacerme el maduro y todo eso. Bueno, pues está claro que yo no me aferraba sólo a un gato muerto. Yo no quería desprenderme de mi gato porque no quería dejar atrás la vida que había tenido con él. Es decir, mi gato muerto simbolizaba también la pérdida de mi padre, era un símbolo de mi vida hasta aquel momento. Una vida que yo creía que se estaba desmoronando y por eso me agarraba al pobre Nosfe, al borde de la descomposición, como a un salvavidas.
En fin, un rollo psicológico bastante obvio, ¿no? Bien, pues en “La niebla” hay una segunda lectura también muy obvia, la crítica político-social, y es la parte que, en realidad, tiene más peso ya que de otra forma no encerrarían a los personajes en un supermercado durante casi toda la peli.
Sin embargo, al ser el McGuffin, es decir la excusa sobre la que se monta la historia (en este caso: la niebla que oculta algo siniestro), tan espectacular pues queda pelín metida con calzador y forzada toda la crítica panfletaria. No sé, demasiado obvia para mi gusto. En fin, que el gato disecado de la peli es tan bestia que, en mi opinión, hay situaciones muy forzadas que chirrían un montón.
Sinopsis va sinopsis viene: Después de una fortísima tormenta, un pueblo de Maine se ve cubierto por una extraña niebla que esconde algo en su interior. Unas 50 personas (aviso: no se me da muy bien esto de hacer estimaciones), entre ellas el prota con su hijo de unos 10 años, optan por quedarse en el supermercado tras la entrada de un tipo ensangrentado alertando de que hay algo siniestro oculto en la niebla.
La historia para los amantes del terror empieza bien. Sin duda, es una buena situación de arranque. Pero debo decir que el principio de la peli con el matrimonio (que de tan enamorado y perfecto da ganitas de vomitar) y el niño mirando los destrozos causados por la tormenta como si no hubiera pasado nada ya me fastidió un pelín, aunque me dije: “bueno, tranquilo, es el principio”. Sin embargo, las reacciones inverosímiles se sucedieron sin tregua durante toda la cinta y eso me fue poniendo de mala leche y alejándome de pasar un rato entretenido.
Voy a citar algunas reacciones que me pusieron pelín frenético: Nadie quiere salir del supermercado para acompañar a una mujer que tiene que volver a casa con sus hijos. Sin embargo, luego 3 personajes están dispuestos a salir para arreglar el generador y meterse en la niebla. ¿Qué pasa? El tipo del supermercado que mete los artículos en las bolsas (el actor que encarnó de forma brillante a Capote en “Infamous”), quien se convierte en uno de los personajes más cuerdos, intenta explicar esto (porque clama al cielo) pero de un modo que no me convence nada. Así mismo, el abogado vecino del prota luego también sale con su séquito.
Por otro lado, volviendo a la secuencia en el almacén del supermercado (cuando quieren arreglar el generador). El hecho de que se desvele tan pronto lo que se esconde en la niebla para mí hace perder intensidad o tensión o lo que sea puesto que no hay nada más inquietante que lo que permanece oculto (el bebé de “La semilla del diablo” es mucho más diabólico a través de los rostros de los que le ven que si Polanski nos lo hubiera mostrado directamente). Por ello creo que se muestra demasiado pronto el pastel. Es una opinión personal, claro, pero es que resulta que éste es mi blog.
Cuando tenía 5 años mi padre se piró de casa. Fue un viernes por la tarde. Me dio un beso en la frente y me guiñó un ojo. Por aquel entonces yo no sabía que aquel iba a ser el último beso en la frente que me iba a dar mi padre, claro. El caso es que una semana después de la huída de mi padre, mi gato Nosferatu estiró la pata. Mi madre intentó por todos los medio desengancharme del cadáver de Nosfe, pero no había forma. Así que la pobre mujer (ex niña prodigio y pelín tocada de la cabeza, todo hay que decirlo) optó por disecarlo para que yo pudiera tenerlo conmigo como un peluche (lo sé, da pelín de grima). Sí, Nosfe es el gato que está al lado del sofá azul. Así que no os preocupéis, es muy improbable que os arañe. Ahora, como ya soy un chaval mayor, le llamo “gato”, para hacerme el maduro y todo eso. Bueno, pues está claro que yo no me aferraba sólo a un gato muerto. Yo no quería desprenderme de mi gato porque no quería dejar atrás la vida que había tenido con él. Es decir, mi gato muerto simbolizaba también la pérdida de mi padre, era un símbolo de mi vida hasta aquel momento. Una vida que yo creía que se estaba desmoronando y por eso me agarraba al pobre Nosfe, al borde de la descomposición, como a un salvavidas.
En fin, un rollo psicológico bastante obvio, ¿no? Bien, pues en “La niebla” hay una segunda lectura también muy obvia, la crítica político-social, y es la parte que, en realidad, tiene más peso ya que de otra forma no encerrarían a los personajes en un supermercado durante casi toda la peli.
Sin embargo, al ser el McGuffin, es decir la excusa sobre la que se monta la historia (en este caso: la niebla que oculta algo siniestro), tan espectacular pues queda pelín metida con calzador y forzada toda la crítica panfletaria. No sé, demasiado obvia para mi gusto. En fin, que el gato disecado de la peli es tan bestia que, en mi opinión, hay situaciones muy forzadas que chirrían un montón.
Sinopsis va sinopsis viene: Después de una fortísima tormenta, un pueblo de Maine se ve cubierto por una extraña niebla que esconde algo en su interior. Unas 50 personas (aviso: no se me da muy bien esto de hacer estimaciones), entre ellas el prota con su hijo de unos 10 años, optan por quedarse en el supermercado tras la entrada de un tipo ensangrentado alertando de que hay algo siniestro oculto en la niebla.
La historia para los amantes del terror empieza bien. Sin duda, es una buena situación de arranque. Pero debo decir que el principio de la peli con el matrimonio (que de tan enamorado y perfecto da ganitas de vomitar) y el niño mirando los destrozos causados por la tormenta como si no hubiera pasado nada ya me fastidió un pelín, aunque me dije: “bueno, tranquilo, es el principio”. Sin embargo, las reacciones inverosímiles se sucedieron sin tregua durante toda la cinta y eso me fue poniendo de mala leche y alejándome de pasar un rato entretenido.
Voy a citar algunas reacciones que me pusieron pelín frenético: Nadie quiere salir del supermercado para acompañar a una mujer que tiene que volver a casa con sus hijos. Sin embargo, luego 3 personajes están dispuestos a salir para arreglar el generador y meterse en la niebla. ¿Qué pasa? El tipo del supermercado que mete los artículos en las bolsas (el actor que encarnó de forma brillante a Capote en “Infamous”), quien se convierte en uno de los personajes más cuerdos, intenta explicar esto (porque clama al cielo) pero de un modo que no me convence nada. Así mismo, el abogado vecino del prota luego también sale con su séquito.
Por otro lado, volviendo a la secuencia en el almacén del supermercado (cuando quieren arreglar el generador). El hecho de que se desvele tan pronto lo que se esconde en la niebla para mí hace perder intensidad o tensión o lo que sea puesto que no hay nada más inquietante que lo que permanece oculto (el bebé de “La semilla del diablo” es mucho más diabólico a través de los rostros de los que le ven que si Polanski nos lo hubiera mostrado directamente). Por ello creo que se muestra demasiado pronto el pastel. Es una opinión personal, claro, pero es que resulta que éste es mi blog.

Darabont hace un claro homenaje a “Los pájaros”. Los bichos que están ocultos en la niebla son de varios tipos: algunos parecen pajarracos, otros bichos gigantes, etc. Para todos los gustos, vamos. Y hay secuencias que son de una inspiración clara en la peli de Hitchcok. En una de estas secuencias, siguiendo con las reacciones tontorronas de los personajes, nadie se da cuenta de que la luz atrae a los bichos. Por Dios, ¿es que ninguno de ellos fue boy scout? Bueno, podría seguir con un montón de reacciones que me pusieron histérico pero ¿para qué? Creo que esto es algo bastante característico del género de terror serie B. Sin embargo, a mí me aleja de la historia porque ya no me creo a los personajes, me resultan inverosímiles, y entonces todo me importa una mierda e incluso creo que se merecen que se los coma un aguilucho mutante. En fin, que la empatía es nula, por ello, yo ni me metí en el supermercado ni me metí en la niebla. Lo vi todo de lejos, desde la fila 8.
Es cierto, sin embargo, que los toques gore están bien diseminados y son muy reconfortantes y agradables de ver. Vamos, que se agradece que te salpique un chorrito de sangre de vez en cuando.
Bueno, voy a pasar ya a la segundo lectura: El tema central del film no es la invasión alienígena sino el mal que está dentro de nosotros (en este caso, en una pequeña población de Maine que es como una muestra de la sociedad americana). Ante el temor a lo de fuera, ante el pánico (pongamos a un atentado, a una invasión), todo queda justificado. En fin, está genial que las pelis tengan más contenido del aparente pero aquí es demasiado obvio. Es una crítica a la era del tipo que gobierna en EEUU y que parece que puede hacer todo lo que le dé la gana, respaldándose en la idea de proteger a su país del MAL EXTERIOR.
Este es un tema muy recurrente en la historia del cine y a mí me parece fascinante: “El mal no está fuera sino dentro”. Algunos ejemplos que se me ocurren, así a lo tonto, podrían ser: la genial película “El ángel exterminador” del maestro Buñuel o “El resplandor” de Kubrick (encierra a una familia en un lugar aislado y verás lo que pasa) en una de sus múltiples lecturas o “El bosque”, que también es interesante desde esta prisma.
En mi absurda opinión, las adaptaciones de las obras de King son tan desiguales como el talento de quienes se aventuran a adaptarlo. Así, por ejemplo, el bueno de Kubrick hizo de “El Resplandor” una obra brillante, el irregular De Palma hizo una muy entretenida y sangrienta “Carrie” y este tipo, Darabont, pues ha hecho una decente “Cadena perpetua”, algo raro en “La milla verde” y una peli con sabor serie B pero con un contenido panfletario demasiado obvio y un guión muy mejorable en “La niebla”. No me entusiasma este tipo, Darabont, es pelín sensiblero, y no me parece que tenga un estilo definido (lo cual no siempre es malo, claro). Tendré que estudiar sus próximas pelis igual que mi psiquiatra gordo finge que estudia las chorradas que yo me invento.
Bueno, me tengo que ir a cenar tofu con las Chicas de oro. Odio el tofu, aunque es un odio tonto porque es como odiar LA NADA. Ah, sobre la peli sólo diré una cosa más: El final, que no es el original de King, creo que es la parte más coherente e impactante. Mientras que la mayor parte del film es tofu rebozado de distintas formas (mejor ni mencionar la ridiculilla explicación de los hechos), el final tiene un sabor propio y contundente.
La niebla (2007)
Dirección: Frank Darabont
Guión: Darabont se lo come y se lo guisa (basado en el relato de S. King)