
Coches de juguete, paredes que hablan y un viaje sin retorno
No sé por qué pero viendo “Déjame entrar” pensé todo el rato en mi amiga agorafóbica. Será que a veces de tan rarita me recuerda casi a un vampiro o será porque ella nunca me ha dejado entrar en su mundo. La última vez que la vi no quiso abrirme la puerta, pero nos estuvimos mirando un rato a través del cristal de su ventana. Sólo nos miramos, sin decir nada. Yo apoyé mi mano en el cristal y ella apoyó la suya sobre la mía (con el cristal en medio, claro). Fue hermoso. Luego frunció el ceño, pasó un paño por su lado del cristal y corrió la cortina. Eso fue todo. Fundido a verde manzana (el color de sus cortinas) y fin de la historia. Como dice una amiga mía, éste es un buen final para mi No historia de amor y, de algún modo, este film me ha hecho decidirme a abrir la puerta a alguien que quiera hablarme (por supuesto, cualquier otra muestra de afecto erótico-festiva será recibida con sumo agrado). Es raro cómo a veces una peli te puede hacer ver cosas sobre tu vida. A mí este estupendo e inusual film me ha hecho ver que tengo que "abrir mi puerta" y eso pienso hacer este verano (me voy con mi amigo, el guaperas, de interrail). Estoy decidido a dejar entrar a la persona correcta (o no) en mi mundo. Así que me temo que, al fin, pueden aparecer sobre esa cortina verde manzana los créditos de cierre con el obligado “The end”.

Sinopsis va sinopsis viene: Oskar, un chaval de 12 años, aterrorizado por unos compañeros de clase, se hace amigo de Eli, una misteriosa vecinita, cuya llegada coincide con unos asesinatos.
El film se inicia de un modo que a mí personalmente me encanta, en faena, sin desperdiciar ni un segundo de metraje en accesorios que no aporten nada a la historia. Estamos en plena noche, calle nevada. Alfredson nos presenta al chico (y no de cualquier forma) jugando con un cuchillo que lleva para protegerse (veremos que la necesidad de protección es una constante a lo largo del film). A través de la ventana ve que llega un coche y de él bajan un tipo mayor y una niña. Luego aparece un tipo que mea en la calle, que obviamente tendrá un papel importante (él, no su pis). Mira hacia el edificio que tiene en frente y se fija en que alguien está cubriendo con cartones las ventanas de un apartamento. Estupendo e inquietante arranque, ¿no?. Muy de Ikea: bello, austero y funcional. Se nos presenta a los personajes principales y se nos abren expectativas. Así mismo, la llegada en coche de Eli (la joven vampiro) con su pareja tendrá su correspondencia al final del film pues se cerrará el círculo.
Los personajes:
En este film todos los personajes son perdedores. Son seres desprotegidos y abandonados que buscan sentirse arropados, algunos se refugian en el alcohol (omnipresente) y otros en la chaqueta de su padre.
El vampiro perdedor: Incluso la imagen glamourosa del vampiro se convierte aquí en cutre, triste y sombría. Eli representa la cara menos mágica y atractiva del mito del vampiro. Es un personaje lúgubre, en constante huida, anhelante de la vida que no pudo tener y esclava de su condición. Eli es un ser torturado por su naturaleza, que añora la felicidad de una vida normal que no podrá tener nunca, que se esconde de la luz del sol en una bañera cubierta con una lona y unas mantas, que tapa las ventanas con cartones y que vive en una especie de caos, inmundo y apestoso.
El vampiro que, por el imaginario literario, es un personaje que asociamos a una estirpe aristocrática y rodeado de riqueza y excesos (recordemos, por ejemplo, el lujo y boato del interior del castillo de Drácula) se convierte aquí en un personaje nómada, en constante huida y en constante pérdida.
Así mismo, la pareja de Eli es el paradigma de lo patético, ¡con sus cutres instrumentos de "trabajo" metidos en ese viejo maletín y ese sucio bidón para la sangre! Por no hablar de lo pavorosa de su torpeza. Nunca he visto un asesino menos malvado, menos despiadado. Este personaje se toma su misión como el que tiene que rellenar un larguísimo formulario, con la misma intensidad y energía. Se carga a la gente de una forma torpe, prosaica, deslucida y, sobre todo, patética.

OSKAR & ELI, las dos caras de la moneda: Ella posee lo que él anhela. Valentía, fortaleza, y él es para ella la juventud, la inocencia que ella ya nunca va a recuperar pues es una anciana en un cuerpo de niña. Recordemos esos estupendos diálogos en los que Eli menciona su edad: "Tengo 12 años, más o menos" o "Tengo 12 años, pero desde hace mucho tiempo". En cuanto a Oskar: Como nota personal debo decir que yo a los 12 años era mucho menos infantil que el prota de este film y, por supuesto, nunca llevaba un moco colgando. Claro que tampoco he estado nunca a 30 grados bajo cero, como estaban estos dos chavales en las secuencias de noche en el parque. Sin embargo, no puedo decir que el carácter marcadamente infantil de Oskar sea para mí un fallo o que haga el film menos creíble ya que supongo que al ser otra época y otro país nada es comparable (hay que recordar que el film se sitúa en el año 1982 en Blackeberg, un suburbio de Estocolmo), pero sí es algo que me ha llamado la atención.
Por otro lado, el modo en que se plasma en este personaje el paso de niño a adolescente es de un poético que tira de espaldas. Eso sí, todo muy IKEA, sin florituras.
Así mismo, Oskar es un niño que se siente abandonado. Sus padres se han separado y se nos muestra la necesidad que tiene Oskar de sentirse protegido por la figura paterna y a la vez cómo tanto el padre como la madre se han refugiado en la bebida (luego hablaré de cómo se plasma esto visualmente utilizando el fuera de campo). No se ahonda en el drama de la situación familiar del niño (está clara la desestructuración y las carencias afectivas), pero sí se nos dan las pinceladas suficientes para que podamos cocinar el resto del dónut a partir del agujero que se nos muestra. Por ejemplo, durante una estancia de fin de semana con su padre, por la noche llega a la casa un amigo. El padre y el amigo se ponen a beber. Sólo beben, el alcohol es lo único que les abriga. No hay palabras ni risas, no hay nada.
Desprotegidos: Si algo tienen en común todos los personajes de este film es su ansia de protección. Todos parecen estar abandonados, todos son almas solitarias, perdedores. Así se entiende el detalle del niño poniéndose la chaqueta roja de su padre y oliéndola. Esa chaqueta le hace sentirse protegido, abrazado, caliente. Porque en este film no sólo los paisajes son helados, todos los personajes viven en un aislamiento gélido y están deseando abrigarse, ser arropados. En este sentido, se entiende también la caricia de despedida de la niña vampiro al que ha sido su pareja, su protector. Uno de los cambios importantes del film respecto a la novela es el cambio en la relación de Eli con su protector. En el libro se trata de un pedófilo mientras que en el film yo lo interpreto claramente como su pareja, lo cual me parece un gran acierto ya que da más profundidad a la historia y no la lleva hacia otros derroteros. Él obviamente ha envejecido y ella sigue teniendo 12 años. Así, entiendo cómo él le ofrece su cuello antes de arrojarse al vacío. Muchas pelis de vampiros han tratado el tema del envejecimiento de sus parejas mortales. Recuerdo por ejemplo a un anciano David Bowie que moría en brazos de Catherine Deneuve (elegante vamp donde las haya. Dice Maggie que es una vampiresa de verdad, pero ésa es otra historia). En fin, la muerte de las parejas y la búsqueda de una nueva pareja mortal es un tema muy del género y para mí mucho más interesante que el del viejo pedófilo. Además, ya hay suficiente dramatismo.

El silencio
El director comenta que aspiraba a que el film pudiera entenderse quitándole el sonido. No he hecho la prueba, claro, pero aunque los diálogos están bien armados y tienen una personalidad muy marcada e interesante (algunos de los diálogos entre los niños son deliciosos) sí creo que es una peli comprensible de forma sólo visual. Así mismo, el silencio se utiliza como elemento dramático, resaltando con su omnímoda presencia cualquier pequeño ruido o palabra.Nota curiosa: Se ve que los suecos son muy de no contestar. No contestar a una pregunta es un modo de respuesta para ellos. Eso de "el que calla otorga", supongo. Darle la espalda a alguien es una forma de comunicación. Por ello, quizás los niños se comunican de formas muy peculiares.
La comunicación entre Eli & Oskar:
Cuando hablan en el parque, muchas veces él está de espaldas o hablan sin mirarse. Luego llegan formas de comunicación paralelas, libres de palabras, como el cubo de Rubik, que es su primer punto de conexión, su primer hilo de comunicación y, obviamente el código morse a través de las paredes de sus dormitorios (que les servirá ya a lo largo de su vida como vemos en la secuencia final) o los mensajes que ella le escribe en distintos sitios.
Acabo de darme cuenta de una cosa: Mi amiga agorafóbica igual resulta que es sueca porque también decidió dejar de hablarme y darme la espalda.

El fuera de campo
Aparte de la utilización dramática del silencio, Alfredson maneja con soltura y maestría otros códigos que le dan una singular belleza estética a esta peli. Por ejemplo, la curiosa composición de algunos planos, su duración y, sobre todo, la utilización del fuera de campo (que es en sí una constante del género, cuando se hace bien).
Los padres del niño a menudo aparecen fuera de campo. Están allí pero, en realidad, no están en el mundo de Oskar, en sus problemas. Lo cierto es que son ajenos al infierno que vive el chaval pues están inmersos en sus propios problemas. Tal como he comentado antes, no se ahonda demasiado en el drama familiar pero sí se dejan caer ciertos detalles que crean un retrato completo para el que quiera verlo.
Pequeños enigmas
El film está lleno de detalles que son en sí pequeños y suculentos enigmas. Alfredson pretende establecer un diálogo con el espectador y que éste descubra los secretos de la película. Así pues, el bueno de Alfredson nos invita a llenar los huecos que el film deja y yo he rellenado algunos con mis absurdas interpretaciones pero os pido ayuda para rellenar los enigmas para los que no encuentro respuesta.
Los coches de juguete: La secuencia en la que el protagonista entra en su habitación (aún de niño) y cierra las puertas de todos los coches de juguete tiene un triple y hermoso significado, en mi absurda opinión. Cierra una etapa de su vida, la infancia, y a la vez cierra ese deseo/necesidad de protección pues Eli va a ofrecerle la protección que anhela. Así mismo, también simboliza que ya alguien ha entrado en su mundo de soledad pues ha encontrado el amor de la niña vampiro y ya no necesita que nadie más entre en su pequeño mundo. Cierra la puerta porque ya no va a dejar entrar a nadie más, estaba deseando que alguien entrara y ha dejado entrar a la persona correcta (título real del film) y así nos adelanta que él se convertirá en el nuevo amante-compañero-protector de la niña vampiro para el resto de sus días, ya nunca dejará entrar a nadie más. Así llegaremos al cierre circular, con un estupendo desenlace de género, cuando ambos se van juntos e inician una vida de continua peregrinación. Ella llegaba con su viejo compañero en la secuencia inicial y acaba con el relevo y, de nuevo, la huida.

El champú: Justo antes del desenlace, Oskar está en el vestuario del gimnasio y junto a él hay un bote de champú en el suelo. Obviamente, no es algo casual. ¿Intriga de predestinación? Algo va a desbordarse: los acontecimientos. Todo lo que estaba contenido se va a desparramar, los acontecimientos se precipitan, todo se desborda. Llega el desenlace. Una bella y sutil metáfora visual similar al café que se desparramaba en “American Gangster” justo antes de que Brolin se suicidara.
Un plano que no me quito de la cabeza: Hay un plano que me desconcierta como ningún otro, y no es éste precisamente un film carente de planos inquietantes. Sin embargo, me pregunto
qué nos quiere decir el amigo Alfredson con ese plano en el que se ve una especie de pubis con cicatrices. ¿Nos está hablando de la ambigüedad sexual? ¿Es una reminiscencia de la relación pedófila que se plantea en el libro? ¿Una forma de automutilación que iría ligada a la perversión del mito tradicional de la mujer vampiro? ¿No tienen sexo los vampiros? ¡Qué de chorradas puedo soltar en un momento!

Una interpretación que se me ocurre sobre este tema tiene que ver con la condición de mujer fálica que se atribuye a la mujer vampiro por ser una mujer que va contra las normas. Así pues, esa cicatriz podría simbolizar una mutilación de esa condición al igual que hemos visto que se pervierte la imagen glamourosa del vampiro, o se hace un guiño al tema de los crucifijos cuando Eli aparece jugando en el suelo a hacer cruces. Eli simbolizaría, con esta especie de mutilación, la no sexualidad en contra del mito eminentemente lascivo y provocador que la literatura nos ha hecho asociar a la mujer vampiro. No sé, es una interpretación que se me ocurre de pervertir el mito de la mujer vampiro pero no lo tengo nada pero nada claro.
En cuanto a la mujer fálica: La mujer vampiro simboliza en la literatura a la mujer rebelde. La vampiresa, ajena a las normas morales y religiosas, sintetiza una serie de rasgos supuestamente antinaturales con los que se ha tachado siempre a las mujeres que se han rebelado contra los imperativos marcados por la sociedad. Por ello, el personaje de la mujer vampiro es eminentemente sexual, provocador y carnal en contraposición a la imagen de una mujer correcta, modosa y en la sombra. Recordemos los cambios que sufren Lucy y Mina en la obra de Stoker al convertirse en vampiritas.
Así mismo, en el judaísmo uno de los arquetipos míticos es Lilith, la primera mujer de Adán, de quien se decía que, entre otras cosas, se alimentaba de la sangre de los niños no circundados y es inspiradora de muchos personajes de vampiresas seductoras en la ficción por su acentuado carácter sexual.
Así pues, con todo esto quiero decir que la pequeña vampira de este film es la antítesis de la vampiresa seductora y sexualmente irresistible. Ella está continuamente negando la posibilidad de una relación carnal y finalmente vemos ¿que no tiene sexo? Eli es una especie de ser amputado en lo que al mito de la mujer vampiro se refiere. Es la perversión del mito.
¿Qué hace este film tan especial?
En mi absurda opinión, éste es un ”horror film” en toda regla y a la vez es un "horror film" completamente atípico. La expresión inglesa “horror film” es, según tengo entendido, sinónimo de “género cinematográfico fantástico-terrorífico”. Así pues, "Déjame entrar" encaja por un lado en el género "fanterrorífico" (por abreviar) en el que se mueve con comodidad e incluso se hacen guiños sobre el propio género y pervierte ciertas constantes, como hemos visto. Sin embargo, por otro lado, lo que la convierte a su vez en un film tan peculiar es que, sobre todo, se hace hincapié en un enfoque realista. Esto hace de esta péqueña historia algo muy original y único. Es una 'película de vampiros', pero no una cualquiera. Es excepcional, dolorosa y terriblemente sombría. Dice Nosfe que esta peli es solemne y seria con el género como las de Murnau y esto es mucho decir y más viniendo de un ya muerto como Nosfe. Así mismo, el guión es muy interesante pues en cierto momento nos abre una subtrama que lejos de rebajar la tensión de la trama principal, añade profundidad a ese gélido mundo de seres abandonados en el que la ausencia de la autoridad (no aparecen policías) no resulta inverosímil sino que remarca ese sentimiento de abandono y de desprotección que inunda todo el film.
En resumen:
Este film, basado en la novela homónima de Lindqvist (responsable del guión), mezcla un crudo realismo social con elementos sobrenaturales. Sin duda, un cocktail exótico que, aunque a priori puede parecer pelín indigesto, resulta ser delicioso y fascinante.
En el fondo se trata de una historia de amor extrañamente dulce a la par que sombría como pocas, como ninguna. Lo poético se mezcla con lo gore sin que nada chirríe. Un adolescente marginado y una niña vampiro, ¿puede haber historia de amor más hermosa? Lo dudo. Las pruebas de amor que ella le demuestra son de una dulzura extrema, desgarradora, dentro de esa atmósfera fría, siniestra, desangelada que impregna todo el film y que a mí me ha dejado con unas ganas locas de dejar entrar en mi mundo a la persona correcta y huir eternamente hacia ninguna parte.
DÉJAME ENTRAR (2008)
Dirección: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Lindqvist