Un hechizo retiniano y cucarachas crujientes como antídoto contra la realidadHace una semana me refugié en el cine para ver Coraline. Necesitaba más que nunca huir de la realidad, tenía una sobredosis de realidad, por decirlo de algún modo. Creo que gracias a Coraline conseguí superar una semana de nervios (con sus consecuencias en mi acné), histerismo colectivo y exámenes que me temo que no son tan importantes ni decisivos como todos dicen. Parecía que la semana pasada se decidía mi vida y, la verdad, ante tanta presión (que no logro comprender del todo), poder escapar al universo de Coraline fue muy reconfortante.
Así que como antídoto para una sobredosis de realidad es un film del todo terapéutico. A mí me hizo el mismo efecto que la inyección de adrenalina en el (glorioso) pecho de Uma Thurman. Si, levanté la cabeza y respiré aliviado pues la inyección de creatividad me mantenía vivo y el mundo de exámenes, ojeras, preguntas absurdas y decisiones forzadas me parecía sólo una pesadilla, algo lejano de colores apagados y peste a sudor.
Sinopsis va sinopsis viene:
Coraline (a quien todo el mundo llama Caroline, ¡qué cruz!) se muda con sus padres a un enorme caserón convertido en varios apartamentos (Los Apartamentos Pink Palace) donde descubre una puerta secreta.
Advertencia: Me estoy esforzando en no destripar la peli pero no sé si lo conseguiré. Lo admito, llevo dentro a un bocazas deseando salir…
Sentadito en la fila 8 con las gafas 3D y una bolsa llena de deliciosas cucarachas crujientes ¡Que empiece el espectáculo, por favor!
Coraline sigue la tradición de relatos con niña curiosa e imaginativa que tan buen resultado han dado en la literatura y en su traslación a la gran pantalla y que tan dentro de nuestro imaginario están.
Sin embargo, Coraline no es sólo una historia imaginativa sino una delicia visual. No creo exagerar si digo que este film es algo así como un éxtasis para los sentidos de aquellos que valoramos la imaginación, la creatividad y la personalidad por encima del dinero y el fútbol (eso es lo que importa a la gente del mundo real, ¿no? ¡Pues yo odio la realidad!). La estética del film es tan mágica y personal que sus hipnóticas texturas se te adhieren como botones cosidos a los ojos.
Además, se trata del primer film “stop-motion” (si hay algo encomiable es un film en stop-motion, ¡Por dios, más de 18 meses de rodaje!) rodado en 3D estereoscópico.

Pero este derroche de creatividad no sólo se te adhiere a los ojos, pues la música de Bruno Coulais es tan envolvente, inquietante y oscura, a la vez que amarga y dulce, que te hipnotiza como el canto de las sirenas a Ulises & Cia.
Sin duda, es una película terapéutica. Es fantástico ver lo que ha conseguido el amigo Selick (no voy a hablar del ninguneo que ha sufrido el pobre hombre porque ya es de sobras sabido). Visionar Coraline equivale a una caja entera de anti-depresivos, como mínimo, porque si un film así no te hace soñar, es que ya estás enfundado en un traje gris dentro de tu ataúd.
Sin embargo, debo advertir que la salida del cine y el encuentro con la realidad puede ser algo duro, como darse un cabezazo contra una farola. Eso es así. La experiencia es tan alucinógena que cuando salí del cine me entraron ganas de llorar al ver una calle gris con farolas anodinas y gente real, muy real y muy mohína. ¡Cómo me hubiera gustado cruzarme con las orondas señoritas Spink y Forcible! Pero hay que superar ese momento y pensar que cuando la realidad supere los niveles tolerables, podrás huir a otros mundos de la mano de una niña cabezona, de pelo azul y con la nariz torcida.
Los personajes que habitan este mundo y el otro:
Coraline, la exploradora del inconsciente
Lacan compara el inconsciente con una puerta y la pequeña puerta que Coraline abre es altamente simbólica. A veces está tapiada y a veces no pues el inconsciente tiene un carácter oscilante y se manifiesta de forma discontinua.
El mal, lo deforme, se esconde ya que debe permanecer oculto, pero la curiosidad de Coraline la lleva a descubrir ese mundo sombrío. Así, lo monstruoso debe travestirse de belleza cegadora para atrapar a Coraline en su tela de araña. Luego, cuando hable de “los otros padres”, trataré pelín por encima el concepto de unheimlich, que me parece de lo más interesante y creo que viene al dedillo para hablar de este film.
Coraline y las otras niñas exploradoras
Alicia, Dorothy, la preciosa Sarah de “Dentro del laberinto”, Chihiro (y esos padres tan gorrinos) o las celestiales Juliette y Pauline son otras caras del mismo personaje.
“Al principio, la madriguera era como un túnel que se extendía hacia delante, pero de pronto torció hacia abajo, tan inopinadamente que Alicia no tuvo tiempo ni para pensar en detenerse y se encontró cayendo vertiginosamente por lo que parecía un pozo muy profundo”.
Coraline también se adentra en un mundo desconocido siguiendo a una extraña sombra (en el libro) o a un ratón en la película y atraviesa un pasillo (en el libro) o conducto azul en movimiento que la lleva a su otra sala de estar en la que todo ha sido pervertido. ¡Maravillosos e inquietantes los cuadros!
Los padres de Coraline
No me gusta la lectura más realista y superficial que muestra el film que viene a decirnos que los niños ahora están abandonados por unos padres demasiado alienados y ocupados en sus trabajos. Simplemente, me aburre esta lectura así que la voy a poner contra la pared y me voy a olvidar de ella, por demasiado real (¿qué puede ser peor que ser demasiado real? Bueno, el acné).

Los padres de Coraline son lo real, el mundo consciente, la vigilia, las normas, las acelgas, el uniforme gris, la pared de ladrillos, etc. Sin embargo, ¡cuánto se echan de menos las acelgas cuando uno ve lo que debería permanecer oculto, cuando uno abre la trampilla y cruza la barrera!
Este film, enfocado al público infantil, tiene varias lecturas y la más evidente es la que, como ya he dicho, más me aburre. Sin embargo, me interesa mucho más la lectura de lo familiar como foco de lo terrorífico. Lo espantoso se esconde bajo la alfombra de la sala de estar, ¿habéis mirado alguna vez debajo de la alfombra? Este es un tema que me fascina y un tema muy recurrente en el cine (“El resplandor”, por ejemplo).
Los otros son lo unheimlich, como dirían Schelling y Freud.
Una de las principales diferencias, en mi absurda opinión, entre el libro y la película es que la Coraline del libro nunca se siente absolutamente fascinada por el otro mundo. Le resulta interesante y le pica la curiosidad, sobre todo cuando le llenan el plato (la pobre qué hambre pasa) pero desde el primer momento se da cuenta de que algo huele mal al otro lado de la puerta. Incluso el espectáculo de las Señoritas Spink y Forcible le parece trasnochado y cansino (es un espectáculo sin fin así que pelín cansino debe de resultar). En cambio en el film, el otro mundo deslumbra a la pequeña Coraline durante bastante parte de la cinta (luego hablaré de la descompensación estructural). Cabe recordar que las tres maravillas que la otra madre crea para Coraline son fascinantes en la versión cinematográfica únicamente ¡y lo son de veras para el espectador también! Coraline habla sin cesar con sus padres verdaderos de los otros padres y toda esta fascinación de Coraline hacia el otro lado no existe en el libro porque desde un primer momento se intuye que algo siniestro se está cociendo y, de hecho, la otra madre de Coraline no es ningún momento idéntica a la real como ocurre en el film (con la insignificante excepción de los botones en los ojos. Hay que ser muy quisquilloso para fijarse en que alguien tiene botones en vez de ojos).
Schelling, el filósofo alemán del romanticismo, define el concepto de unheimlich como algo que se manifiesta cuando debería estar oculto y que muestra la otra cara de lo familiar, de lo amable. Así, las vivencias se vuelven siniestras, inquietantes, sobrecogedoras. Más tarde Freud también escribiría sobre el concepto de "lo extraño inquietante", también traducido al castellano por "lo siniestro".
Lo complejo del término alemán unheimlich le ha conferido un gran espacio en lo relativo a fenómenos psicológicos que tienen que ver con la angustia, con el fantasma, con lo pavoroso.
El juego dialéctico de lo familiar y de lo extraño, por el hecho de que está concentrado en el mismo objeto (familiar y extraño a la vez, escondido y desocultado), abre un campo aterrador. Lo paradójico consiste en que la fuente de pavor no es lo extraño en su oposición inmediata a lo familiar, sino que lo que antes era familiar, emerge ahora bajo un aspecto amenazante, siniestro y que a su vez refiere algo conocido desde siempre que ha estado oculto, en la sombra. Parece que Coraline abre la puerta a una lectura pelín retorcida para tratarse de un film para críos, ¿no? Esto es lo genial de las buenas historias, ¡cuando rascas un poco aparecen un montón de cadáveres escondidos!
No sé que les parecerá a los niños este film pero el libro fue un gran éxito y, desde luego, tiene pasajes muy pero que muy oscuros así que supongo que el mundo infantil no tiene por qué estar reñido con lo sombrío. Es cierto que, a priori, la temática de este film no parece la más apropiada para el público bajito, pero ¿no tienen la mayoría de cuentos infantiles una lectura muy perversa y siniestra? Supongo que lo siniestro forma parte de nosotros desde la más tierna infancia, es nuestra esencia.
Los peculiares vecinos que habitan los apartamentos del Pink Palace
Las dos actrices (¡cómo me recuerdan a mi madre, por dios!) ancladas en un remoto y supuestamente glorioso pasado de éxitos teatrales actúan, al igual que el vecino acróbata-domador de ratones, como aliados al personaje principal puesto que ayudan a Coraline a conseguir sus objetivos. Las dos viejas glorias del teatro le dan un instrumento que le será de suma utilidad a Coraline y el viejo acróbata le da mensajes de los ratones.

Por cierto, me parece acertadísimo el tuneado que se le ha hecho al domador de ratones en el film. Puesto que esa primera aparición del excéntrico vecino sobre el tejado del Pink Palace me parece muy poética. Es un personaje que tiene mucha más gracia que el anciano tristón del libro. Viejos mohínos hay muchos pero acróbatas que hacen su tabla de gimnasia matinal en el tejado algunos menos.
El gato negro y Wybie Lobat, el personaje que sirve para todo
El homenaje a Alicia es evidente en la figura del gato delgaducho y estirado que aparece y desaparece tras las ramas de los árboles. Un gato que cada vez va cobrando mayor protagonismo y que será el gran aliado de Coraline. En el film se nos presenta junto a un personaje inexistente en el libro, un chaval llamado Wybie Lobat cuya abuela es la propietaria del caserón al que se ha mudado la familia de Coraline.
Así mismo, Wybie introduce un elemento también inexistente en el libro: la muñeca espía del otro mundo. Los maravillosos créditos de este film nos muestran el laborioso proceso de creación de un muñeco. En eso se convierten los que se quedan atrapados en el otro mundo, en muñecos vacíos, sin alma, y con botones en vez de ojos. Fascinante a la par que tétrica idea, sin duda, y deliciosa extensión de lo que se sugiere en el libro. Ya se sabe, una vez te cosen botones en los ojos, nunca vuelves a ser el mismo. Mi madre y el resto de Chicas de Oro siempre lo dicen y ellas a veces no mienten.

Wybie es un personaje multifuncional que le viene muy bien a Selick para simplificar la trama. Su primera función es enseñarle a Coraline dónde está el pozo. Información que se cobrará importancia en el desenlace, claro. Por otro lado, la mala relación de Coraline con este personaje en el mundo real irá mejorando con la versión muda del personaje que aparece en el otro mundo. Así mismo, también ayuda a crear la leyenda de la casa maldita con esa historia de que él tiene prohibido entrar en la casa, que la hermana de su abuela (que nunca aparece) desapreció allí, etc. Esto va creando expectativas en el espectador, se va sembrando la incertidumbre. Por último, Wybie funciona de contrapunto con el mundo adulto. En una peli para niños otro personaje infantil es siempre bien recibido. A mi me parece un personaje bien traído y creo que, en cierta forma, dulcifica un film quizás (reitero mi duda en este aspecto) demasiado cargado de sombras para el público de coletas y colonia Nenuco.
Cómo convertir un buen libro en una película excelente
El libro (y quiero subrayar esto con una raya marrón y viscosa como el rastro que dejan las cucarachas pisoteadas en el suelo cuando has barrido su cuerpo desmembrado) es estupendo y derrocha imaginación y personalidad desde la solapa pero la película ha logrado no sólo captar ese espíritu sombrío y extraño sino que a la vez ha añadido una estética deliciosa, sublime.
En la traslación de la obra literaria al guión muchos cambios han tenido lugar, claro. Así que me gustaría destacar algunos grandes aciertos (siempre desde mi absurda opinión con acné):
Me parece un gran acierto haber aislado el Pink Palace en el film. En el libro existe cerca un supermercado pero en el film los personajes están aislados y sólo pueden acceder a la civilización en coche. Creo que esto confiere un carácter mucho más mágico al lugar en el que va a suceder todo, dándole así categoría de mundo aparte y cerrado en sí mismo, en el que existe un universo de personajes imposible de ubicar en otro lugar.
En este mismo sentido, el hecho de que en el libro aparezca un supermercado cercano y un policía con el que Coraline habla por teléfono creo que aleja al lector del mundo único, fantástico y mágico que rodea o contiene esa casa. En cambio, en el film apenas hay mundo exterior (aparte de la tienda de ropa gris y guantes de colores a la que sólo se accede en coche). Coraline no podría haber llegado a ese mundo tan poco interesante explorando ya que ella explora los alrededores mágicos de su casa en la que nada real ni vulgar existe.
Así mismo, el hecho de reducir la capacidad de hablar al gato solamente me parece muy acertada ya que en el libro también los perros de las Señoritas Spink y Forcible (las adoro, esto es así) hablan en el otro mundo. Creo que el hecho de que sólo hable el gato le da mucho más protagonismo y le da un carácter especial por encima del resto de animales que pueblan el otro mundo.

Una diferencia fundamental a nivel de trama es que Coraline nunca queda absolutamente fascinada en el libro por el otro mundo, siempre hay algo que le huele mal desde el principio. Vamos, que intuye que hay Nosfe encerrado. Sin embargo, en el film sí queda arrollada por el otro mundo durante un buen trozo de metraje (quizás excesivo). Recordemos que las tres maravillas que la otra madre crea para Coraline no existen en el libro y aunque son visualmente deliciosas quizás ralentizan un poco la evolución del film puesto que la niña tarda demasiado en darse cuenta que ahí se está cociendo cucaracha con guarnición en vez de pavo al horno. En el libro, sí existe el espectáculo teatral de las adorables Spink y Forcible pero, como ya he dicho, no fascina a la pequeña sino que le parece trasnochado.
Es cierto que la trama se ha simplificado y quizás los hechos se precipitan hacia el final pero la solidez del hechizo visual es tan potente que uno no puede más que dejarse seducir por esa niña cabezona y flacucha de tremenda expresividad y precipitarse con gusto a cualquier abismo con ella.
Por otro lado, hay diferencias relativas a los personajes que ya he comentado en el apartado de personajes y de las que creo que la más destacable es la creación del personaje multifunción Wybie
Por último, no quiero destripar la sorpresa (de verdad que me estoy esforzando por no dejar salir al tipo bocazas que hay en mí), pero en casa de las Señoritas Spink y Forcible hay un homenaje a Nosfe que tampoco existe en el libro y que a mí me llegó al corazón.

Algún “pero”
En mi absurda opinión, la estructura está un pelín descompensada. El planteamiento es quizás demasiado largo y el punto de giro que llega cuando Coraline se da cuenta de que algo raro se cuece en el otro mundo, tarda demasiado. Por el contrario, el desenlace me pareció un poco precipitado o forzado. Es decir, la parte de la liberación-desenlace me parece un poco atropellada y quizás demasiado fácil.
Desde luego, en el libro la niña se enfrenta a más zancadillas en el otro mundo (se ha modificado la parte quizás más terrorífica del libro que es la masa informe y gelatinosa que acecha en el sótano), pero bien es cierto que la trama se ha simplificado en el film y que aún así se sujeta bien.

Ante tan maravillosa película, pararse a pensar en una posible descompensación estructural es de imbécil pues uno no puede sumergirse todos los días en un baño de imaginación con burbujas siniestras y sales sombrías. El guión tiene grandes aportaciones respecto a la obra original pero también es cierto que ciertos elementos de la trama están un poco cogidos por las patitas de las cucarachas. Sin embargo, en conclusión, creo que la versión cinematográfica de Coraline da el pego plenamente y el film no sólo funciona a la perfección sino que te deja hipnotizado en la butaca mientras masticas con gusto cucarachas fritas recién salidas del otro mundo.
"CORALINE" (2009)
Dirección: Henry Selick
Guión: Henry Selick (Novela: Neil Gaiman)